La encarnación de un espíritu, es la unión de esa entidad espiritual con un cuerpo físico, a través de lo que los kardecistas llaman el periespíritu (cuerpo astral, energía, vida, alma, soplo divino, espíritu santo, o ánima, son sinónimos).

Desde el mismo instante de la desencarnación anterior de un ser humano, ya comienza a trabajarse en la nueva encarnación. Y de acuerdo a las pruebas en las que ese espíritu acepte someterse a ella, es él mismo el que elige entonces a su futura familia. Aunque generalmente, las reencarnaciones se dan dentro de la misma familia, para que todos esos espíritus asociados tengan oportunidad de compensar sus experiencias, estando “de ambos lados del mostrador”. Así, cuando fallece un abuelo, va a reencarnar como nieto o bisnieto. Y quien en su anterior encarnación fue su hijo, ahora será su padre o abuelo. Esto permite compensar los conflictos karmáticos que puedan haberse generado y que no hayan sido resueltos en esa misma anterior encarnación.

Vamos a analizarlo con un ejemplo: Si en una encarnación un padre abandona a sus hijos, y no compensa ese hecho, se va a generar un karma que va a afectar su próxima encarnación. ¿Cómo? Simple: va a encarnar como hijo de su hijo. Y su propio hijo abandonado, será en esa siguiente encarnación su padre, para que la situación del abandono seguramente se repita, y se compense karmáticamente esa lección. Por eso es que vemos familias enteras que repiten sus historias. Recién cuando esas enseñanzas son asimiladas, pueden avanzar en su evolución al siguiente nivel de aprendizaje.

Volvamos ahora al tema de la elección de donde encarnar: una vez elegida la pareja de padres, se trabaja desde el plano astral para que el parto ocurra en el lugar, la fecha y la hora exactos, para que ese recién nacido reciba las energías astrales más convenientes, a fin de desenvolverse en el cumplimiento de las pruebas elegidas para esa nueva encarnación. Vamos a profundizar este concepto más adelante, en esta misma obra. Por ejemplo: Si se ha decidido que no pase penurias económicas, se buscará entonces una familia adinerada, y la fecha, hora y lugar de nacimiento precisas, que le impregna al nacer una Casa II (casa de la economía y los bienes materiales) excelentemente aspectada.

Así, cada uno de nosotros nace con una caja de herramientas virtual. Pero el contenido de cada una de esas cajas es absolutamente personal, y solo están en ella las herramientas necesarias y suficientes para desarrollar las tareas asignadas previamente, para ser cumplidas y aprobadas en esa encarnación. Vamos a explicarlo con un ejemplo: Si un ser humano nace con una corta estatura, no puede pretender ser un basquetbolista profesional. Y si lo hace, va a ser un fracasado toda su vida, porque no nació con dotes para esa actividad. Este ejemplo es bien claro, porque es evidente: la estatura de cada persona se ve. Sin embargo, las capacidades y habilidades de cada uno de nosotros que no son físicas, sino energéticas, están en esa caja de herramientas virtual de la que hablábamos antes. No se ven, pero haciendo un análisis astrológico y numerológico de esa persona, podemos detectarlas. Y así, determinar cuáles son las tareas que le es conveniente desarrollar, de acuerdo a las herramientas con las que cuente, y cuales otras tareas debería eludir, porque no está capacitado para desarrollarlas satisfactoriamente. Imaginemos que nacemos con un martillo en nuestra caja de herramientas. Vamos a ser muy exitosos en nuestra vida si decidimos dedicarnos a poner clavos. Pero si nos dedicamos a poner y sacar tornillos, en cambio, vamos a ser unos fracasados…! En el ejemplo anterior del basquetbolista, su falta de aptitudes se ve. Pero cuando el estudio es energético, hay que buscar esas condiciones a favor y en contra mediante herramientas más sutiles.

Profundizaremos estas cuestiones más adelante en esta misma obra, cuando analicemos la astrología y la numerología.

En general, la unión de ese espíritu y el feto que se está engendrando en el cuerpo de su madre, comienza a efectuarse alrededor del tercer o cuarto mes de embarazo. Es un proceso lento y sumamente incómodo para el espíritu, que debe resignar la libertad que le significa el estar desencarnado, para volver a sufrir las evidentes limitaciones que le impone un cuerpo físico. Esta es la causa de que, en casi todas las sociedades, el aborto es tolerado sólo hasta el tercer mes de embarazo. Hasta ese entonces, el feto no tiene un espíritu que lo anime, y por ende es solo un cuerpo físico, una cáscara vacía, un carro sin chofer, y se mantiene con vida sólo por el abastecimiento de su madre. Pero a partir del tercer mes, el espíritu encarna, comienza a manifestarse, y de a poco empieza a controlar su nuevo cuerpo físico. Este proceso de acoplamiento y control, termina de completarse recién varios meses después del parto. Y esta unión del cuerpo espiritual con el cuerpo físico se mantiene hasta que acontece la muerte física, y el espíritu desencarne una vez más.

A diferencia de la encarnación, la desencarnación es un proceso suave y placentero para el espíritu, equivalente al momento en que nos quedamos dormidos cada noche, dependiendo de la propia evolución espiritual (como veremos más adelante), que cada cuerpo espiritual haya alcanzado. La desencarnación se produce cuando el cuerpo físico ya no está en condiciones de continuar su proceso homeostático, o sea de seguir viviendo. El cuerpo físico y el cuerpo espiritual, se separan definitivamente al cortarse el Cordón de Plata, nexo energético de unión entre ambos. Entonces, ese cuerpo físico se pudre, y vuelve a la tierra para formar nuevos entes, el espíritu se eleva al plano astral, y el cuerpo astral se disuelve. En general, el proceso es placentero. Pero puede complicarse en los casos en que el espíritu, por estar aferrado a los bienes y a las pasiones materiales, se resiste a su desencarnación. Esto se da en los espíritus más nuevos, que tienen poco conocimiento y poca moralidad. Y que, por ello, solo conocen y valoran los bienes materiales.

También se complica el desencarnar cuando la muerte es traumática y por eso sorpresiva. En estos casos, suele suceder que el espíritu desencarnado ni siquiera tenga idea de su nueva condición, y el partir del plano físico al plano espiritual se hace por eso mucho más trabajoso.

"Una sola consulta va a significar para ti un

antes y un después en tu calidad de vida"

Ricardo Carrera